La pornografía de venganza consiste justamente en eso: la difusión de imágenes o videos íntimos de otra persona sin su consentimiento. Esto con la finalidad de chantajear a dicha persona o de arruinar su reputación.
De más está decir que este tipo de abuso sexual afecta enormemente a las víctimas.
Las consecuencias psicológicas de la pornografía de venganza pueden ser tan graves como para provocar crisis de ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión, insomino y pensamientos suicidas. Todo esto por culpa de una expareja o una persona cercana que quiere cobrar “venganza”.
Sin embargo, pasa algo curioso con este abuso que no vemos normalmente en casos de violencia doméstica o acoso: tanto víctimas como espectadores prefieren ignorar la situación.